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Por Enrique Blanco Llaneza

Los Derechos Humanos

Fue la revolución Francesa en el año 1789 la que dictó la pauta de los movimientos revolucionarios que luego le sucedieron: los latifundios; la iglesia católica; las ambiciones desmedidas del feudalismo y del señor feudal; el robo en las arcas del tesoro; la escasez de trabajo; el hambre; y muchas consecuencia de ese hecho histórico que sacudió a Francia y conmovió al mundo. Como resultado de ello en 1799 se aprobó La declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, inspirada en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América que se mantuvo sin estridencia por muchos años. Al terminarse la Primera Guerra Mundial y como resultado de la Conferencia de Paz en París, se fundó en 1919 la Liga de Naciones, con sede en Ginebra, antesala de lo que poco después de terminada la  Segunda Guerra Mundial en 1945 se creó en San Francisco, California: La Organización de Naciones Unidas, (ONU). En 1948, este organismo comisionó a Mrs. Eleanor Roosevelt, esposa del presidente Franklin Delano Roosevelt, para que presidiera la comisión de Naciones Unidas encargada de redactar la Declaración Universal de los Derechos Humanos, tal como se conoce universalmente hoy día. Sin embargo y a pesar de tantas revoluciones que han surgido después de esa declaración, nadie menciona los Derechos Humanos. Cuba es un ejemplo.

Años después, en 1959 en Cuba, se produce la Revolución del atraco, el pillaje, el despojo y el robo organizado por el gobierno a través de la confiscación de la propiedad privada, tanto urbana como rústica. En 1960 se publica en la Gaceta Oficial de la República de Cuba, Edición Extraordinaria, el acuerdo del baboso Consejo de Ministros firmado por Osvaldo Dorticós Torrado, que fungía como Presidente de la república. Fidel Castro Ruz, Primer Ministro y Rolando Días Astaraín, Ministro de Hacienda, la ley #890 que dispuso la nacionalización, mediante la confiscación forzosa, de todas las empresas industriales y comerciales del país, tales como: Ingenios Azucareros, Destilerías de bebidas alcohólicas, Jabones, Perfumes, Derivados lácteos, Fabricas de chocolate, Molinos de Harina, Fábricas de pintura, Químicas, Metalúrgica Básica, Papelería, Textiles y Confecciones, Molinos de Arroz, Productos alimenticios, Aceites y Grasa, Almacenes de víveres, Tostaderos de café, Droguerías, Tiendas por departamentos, Circuitos Cinematográficos, Construcción, Compañías de electricidad, y Grupos marítimos. Las fincas y las casas cayeron bajo las leyes de la Reforma Agraria y Urbana, respectivamente.

Fueron también confiscados los Bancos que estaban bajo la jurisdicción del Banco Nacional de Cuba. Ahora bien, cuando ese despojo era nacional y bien conocido por los países europeos y por los supuestamente llamados hermanos de América Latina, –Norte, Centro, Sur y el Caribe– aquel pueblo lacayo, mal intencionado, lleno de envidia, odio y resentimientos sociales hacia los que tenían propiedades, gritaban las consignas de la revolución, le daban vivas al tirano usurpador, le decían, mediante carteles, << Fidel esta es tu casa>>;  <<Abajo los yankees;  <<Abajo la gusanera,>> y muchos más improperios. El populacho, esa escoria enardecida, negativa y despreciable al ver las protestas de los legítimos dueños despojados de sus propiedades, comenzaron a gritar cual si fueran focas amaestradas, paredón, paredón, paredón. Para aquellos que eran victimas del robo de sus propiedades. De ahí que muchos fueran juzgados por tribunales de analfabetos sin la más rudimentaria noción del Derecho Penal y demás Leyes. Esos canallas, vestidos de verde olivo y con un crucifijo colgado al cuello condenaban a unos, al fatídico paredón de fusilamiento y, a otros, a las cárceles tapiadas. Cuando esto sucedía, detrás había un pueblo lleno de odio y envidia que gritaba: <<Viva Fidel, si Fidel es comunista que me pongan en la lista>>.  o estas otras consignas: <<Fidel, seguro, a los yankees dale duro,>>  <<No le digas ori, dile candela>>.

Digamos que cuando aquella orgia de sangre estaba en pleno apogeo y las cárceles llenas de los desafectos del régimen cuya meta eran los fusilamientos que diariamente consumaban en el paredón de la tristemente Fortaleza de la Cabaña bajo las órdenes del más sanguinario mercenario que haya conocido la historia de nuestra Patria: Che Guevara. Nadie, absolutamente nadie, gritaba <<Vivan los derechos humanos>>  frente a esos criminales fusilamientos y condenas de largos años de prisión a los robos cometidos por el gobierno  con el beneplácito de un pueblo lleno de rencor, veneno, odio y envidia contra de los que protestaban del infame despojo de las propiedades de sus legítimos dueños, que hasta ahora nadie, ha pedido ni pide, que sean devueltas a sus legítimos propietarios.

Huelga decir que todo lo sucedido en Cuba ha sido con la postura y silencio cómplice de los países europeos y de América Latina y el Caribe, cuyos gobiernos llamados democráticos no han querido defendernos, pero algún día pagaran en carne propia por lo que hemos padecido los cubanos y sufrirán la decepción de no ver la mano amiga que los defiendan. Se habla mucho de democracia, del gobierno  <<Del pueblo, por el pueblo, y para el pueblo>>,  pero no se menciona ni se critica a una dictadura que tiene subyugada a una Nación, Cuba, hace ya más de cincuenta años que solo aspiraba a ser libre y soberana como lo fue y soñó nuestro Apóstol, JOSÉ MARTÍ:  << Con todos y para el  bien de todos.>>